Li Ann Estrella Sánchez
Nací en un pequeño pueblo remoto entre Veracruz y Oaxaca, México, y comencé mi viaje por la vida como una mujer trans e indígena. La discriminación a sido un compañero constante a lo largo de mi vida. A una edad temprana, experimenté abuso por parte de un hombre y fui retenida contra mi voluntad en la Ciudad de México. A los diecisiete años, finalmente logré liberarme con la “ayuda” de una mujer que me prometió un trabajo en América. Sin embargo, al llegar a los Estados Unidos, me enfrenté a la dura realidad del tráfico humano y sufrí un año de prostitución forzada en un burdel.
Después de poder escapar de esta horrible realidad, enfrenté otra barrera: ser una inmigrante indocumentada que no hablaba inglés. Eventualmente, fui encarcelada. Pasé un año en una prisión de inmigración, en confinamiento solitario, solo debido a las diversas identidades que poseo. Sin embargo, esta experiencia que pretendía quebrarme me empoderó para hablar en contra de las injusticias dentro del sistema de inmigración.
Cuando finalmente fui liberada, llevaba un ardiente deseo de justicia para nuestras comunidades. Me involucré activamente en movimientos pro-inmigrantes, pro-queer y pro-comunidad. Fue un viaje impulsado por la dedicación y una sed insaciable para el cambio y progreso. Creo que cualquier persona, con la misma determinación, puede trabajar hacia la inclusión.
La inclusión para mí encarna un profundo sentido de respeto, valentía y el reconocimiento de que somos partes integrales de diversas comunidades. Me enorgullezco de estar en la intersección de ser una inmigrante trans, latina y una mujer indígena. Mi identidad a menudo me ha hecho sentir como una minoría, pero en realidad, siempre hemos existido; es el sistema el que no reconoce nuestra presencia.
La marginación ha arrojado una sombra sobre mi camino. Me han hecho sentir diferente debido a mi etnia, mi estatus migratorio, mi identidad de género u otros factores. Pero entender la inclusión significa celebrar las diversas identidades que representamos. Se trata de respetar y acojer estas diferencias, lo cual es crucial en la comunidad con la que trabajo. A veces, nuestra diversidad se ve como una barrera, excluyéndonos de conversaciones y oportunidades importantes.
El sistema muchas veces silencia nuestras voces, y puede ser frustrante. Somos individuos con valores, coraje y dedicación. Sin embargo, frecuentemente nuestras contribuciones pasan desapercibidas. Pero en medio de estas injusticias y desafíos, también hay luz en la oscuridad, un lado de luz que me ha ayudado a prosperar en los círculos donde existe la inclusión.
Tuve el honor de ser la primera asistente legislativa que es indocumentada, latina, indígena y hablante de español de la Representante Park Canon. Con mucho trabajo y lágrimas, también fundé Community EsTr(El/La), una organización dedicada a defender, movilizar y empoderar a las comunidades indígenas, incluida la comunidad trans/queer (LGBTQ+). Mi camino aquí estuvo marcado por un esfuerzo inquebrantable, dedicación y una búsqueda incansable de justicia. Creo firmemente que a través del trabajo duro y el compromiso, cualquiera puede contribuir a crear una sociedad más inclusiva. La inclusión no es solo una palabra; es un movimiento, un camino hacia el cambio y un testimonio de la fuerza de la diversidad.
